CAMBIO CLIMÁTICO: EL DESAFÍO A VENCER PARA LA HIDROLOGÍA SUBTERRÁNEA

Con bajas precipitaciones y una sequía constante en Chile, la hidrología se ha vuelto una pieza fundamental en el abastecimiento a través de las aguas subterráneas. No obstante, el cambio climático podría llegar a frenar este recurso.

El 2022 cerró como el décimo cuarto año de sequía continua en Chile. Una situación que preocupa y frente a la cual la hidrología se ha vuelto clave para las distintas áreas económicas y para el suministro humano en el país, comenta Pedro Simunovic, gerente técnico de Aquist Hidrogeológica.

Esta ciencia se dedica a la búsqueda y el estudio del volumen y la formación de aguas subterráneas, así como de su evolución en el tiempo, explica Cristián Chadwick, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

En ese sentido, la hidrología demarca la toma de decisiones y proyecciones de las aguas subterráneas, determinando su condición y potencial para una actividad como “el abastecimiento público, la agroindustria o la minería”, dice Daniel Cabrera, director ejecutivo de Aquadetect.

Y es que el agua subterránea cuenta con beneficios como una menor contaminación respecto a las aguas de los ríos o lagos, subraya Cabrera, por lo que es clave también para el suministro de agua potable y para su uso en otros sectores, coincide Simunovic.

Un futuro complejo

No obstante, aún existe mucha incertidumbre respecto a la capacidad de agua tanto superficial como subterránea, dice el académico de la UAI. Una incógnita que la megasequía ha fortalecido:

“Siempre que se tiene un déficit de agua es un problema, pero cuando dicho déficit se extiende por tanto tiempo, la situación se vuelve aún más desafiante”.

De hecho, para Simunovic, el cambio climático es el principal reto para el uso de aguas subterráneas, ya que de mantenerse este déficit de precipitaciones y la baja la caída de nieve, las aguas superficiales serán cada vez más escasas. Esto afectaría directamente a la recarga de acuíferos bajo tierra, lo que complicaría su utilización a futuro para el abastecimiento hídrico de las personas. “Cabe destacar que un 76% del agua para el consumo humano en zonas rurales se obtiene de fuentes subterráneas”, detalla Cabrera.

En ese contexto, la comunidad científica se está enfocando en estudiar en profundidad el funcionamiento hidrodinámico de los sistemas de aguas subterráneas, “con el objetivo de lograr una mejor gestión del recurso hídrico a través de modelos hidrogeológicos conceptuales acabados”, explica Simunovic. Una tarea que será clave para avanzar en una gestión sostenible que ayude a evitar su sobreexplotación y los riesgos de contaminación.