Diario Financiero

Edward Tutunjian es un magnate armenio-estadounidense que en los años ‘80 construyó un imperio de taxis en Ma

En los campos de Apaltagua, en un viñedo emplazado en Santa Cruz, comienza un silencioso conflicto que tiene en una complicada situación judicial a su dueño, Edward Tutunjian, un magnate armenio estadounidense que tras enamorarse de Chile en los ´90 invirtió en una de las industrias más reconocidas del país.

Esta es su historia.

Auge y caída de un imperio

Dicen que su compañía Boston Cab llegó a ser la empresa de transporte privado más grande del estado y una de las más influyentes del país: en Massachusetts llegó a ser conocido como el “Rey de los taxis”. Este imperio se derrumbó en 2016 después de que en

2013 Spotlight, la unidad de investigación del The Boston Globe -los mismos que revelaron sistemáticos abusos de la iglesia católica en Estados Unidos-, denunciara irregularidades financieras, tributarias y laborales al interior de la firma. Con esto, el FBI materializó una redada en su oficina contable, bodegas y vivienda.

En agosto de 2016 el Tribunal del Distrito de Boston declaró culpable a Tutunjian. “Para 2014, poseía aproximadamente 372 licencias de taxi (cada una cuesta cerca de US$ 800 mil), las cuales arrendaba a conductores y por las cuales el empresario recibía millones de dólares en ingresos brutos cada año, principalmente en dinero en efectivo”, estipularon en su resolución.

El juez Douglas Woodlock lo condenó a pernoctar 18 meses en un centro correccional comunitario en Boston y a 40 horas semanales de trabajo social. Además, Tutunjian tuvo que pagar US$ 1.4 millones en restitución al Servicio de Impuestos Internos norteamericano (IRS) y otros US$ 700 mil al Departamento de Trabajo de Estados Unidos.

En paralelo a su condena -y movilizado por los malos resultados de su empresa gracias al ascenso de Uber y Lyft- el empresario vendió gran parte de sus activos en Estados Unidos. Solo se quedó con lo que para él era lo más importante: su actividad vitivinícola y agrícola en Chile, conocida como Grupo Apaltagua.

Esta operación también vive días complejos: enfrenta diversas demandas de ex altos ejecutivos que acusan, entre otras cosas, despidos injustificados y un mal manejo financiero y societario de las distintas empresas.

Negocios en Chile

Edward Tutunjian nació en 1949 en Armenia. A los 7 años, luego de la muerte de su padre (Adour), su familia emigró a los Estados Unidos. Y a pesar de entrar a estudiar negocios al Bentley College, desertó cuando su primo le presentó el rubro de los taxis. Así comenzó su imperio, el cual, décadas después, llegó a ser tasado en más de US$ 250 millones y ser considerado uno de los más lucrativos de Estados Unidos.

En 1995 llegó por primera vez a Chile de vacaciones. Inmediatamente se enamoró de la zona central: le recordaba ciertos lugares de su país natal. “Vi un pedazo de tierra donde estaban plantando tomates. Toqué el suelo y me atrapó, al igual que el clima. Así comencé mi selección de lugares”, mencionó Tutunjian en un video institucional de la Viña Apaltagua, el cual sigue alojado en su página web. “Me gustaría hacer el mejor vino de Chile y que sea conocido por todo el país”, agregó.

Su primera compra fue un terreno en Curicó donde plantó cerezas. A finales de los años ‘90 adquirió un viñedo en Rauco y un paño en

Sagrada Familia para seguir con el negocio agrícola. Luego apostó por locaciones en San Antonio, Pirque y Colchagua. La mayoría de éstas las adquirió con su sociedad Armenia Agrícola Limitada.

En 2006 concretó la mayor operación en suelo nacional: le compró a la familia Donoso Silva la viña Apaltagua, que por ese tiempo tenía una bodega, 60 hectáreas de viñedos y una marca, aunque pequeña, que era reconocida por el público especializado. Fue el mismo Tutunjian el que potenció la exportación y la profesionalización de la producción.

El cambio de mano en la empresa se notó: si en 2007 exportaban 3.800 cajas de vino, cinco años después llegaron a 180 mil y antes de la pandemia alcanzaron 300 mil. Pese a ello, en la industria poco y nada se sabe de él.

La viña -uno de sus vinos íconos lleva el apellido del dueño- exporta a 45 países y tienen presencia en todos los continentes.

Ex gerente general demanda

La pieza clave de la expansión y crecimiento de Apaltagua fue su histórico ex gerente general Rodrigo Abarzúa. Él y Tutunjian se conocieron a inicios de los años 2000 en una feria de vinos en Singapur. En el último día del evento el empresario norteamericano le pidió a Abarzúa que visitara uno de sus terrenos en Curicó y que escribiera un informe. Así empezó su relación.

Abarzúa ejerció como agente de ventas de la empresa para Estados Unidos entre 2005 y 2009. Luego, regresó a Chile para ocupar el cargo de gerente general de las empresas Viña Apaltagua Ltda., Armenia Export Ltda., Agrícola Apaltagua Ltda., Agrícola Granada Ltda., e Inmobiliaria Valle Tricao Ltda., todas controladas por Tutunjian y su cónyuge Nancy Tutunjian.

Pero en abril de 2020 Rodrigo Abarzúa fue desvinculado de la gerencia general de la matriz, quienes argumentaron que la compañía se encontraba en una crisis financiera relevante. El mensaje se lo dio Bernardo Mateluna, quien ingresó a la firma en julio de 2019 y que ejercía como gerente de finanzas. Esta semana Mateluna también fue removido de sus funciones como representante de la empresa.

En reemplazo de Abarzúa asumió José Tomás Larraín, quien previamente ejerció como encargado de ventas en Alemania.

El 29 de enero de 2022 Abarzúa ingresó al Juzgado de Letras del Trabajo de Curicó una demanda en contra de las distintas sociedades del grupo Apaltagua. En dicha denuncia acusó, entre otras cosas, el no pago de ciertas cotizaciones y reveló desconocidos episodios del negocio de la viña en Brasil.

La quiebra en Salvador de Bahía

Según la demanda, el origen de las diferencias entre Abarzúa y Tutunjian surge en 2016, cuando el dueño de la viña le solicitó potenciar la actividad comercial en Brasil, el segundo mayor comprador de la firma.

El empresario propuso crear una oficina comercial en el nordeste del país, específicamente en Salvador de Bahía, para iniciar la expansión en el territorio carioca. Ya habían hecho algo similar con China y Alemania.

El ejecutivo chileno se contactó con tres vendedores de vino brasileños para crear una sociedad en conjunto. En paralelo, Luis Burdiles, gerente comercial y encargado de Brasil de Apaltagua, recomendó “ingresar a una sociedad ya constituida por brasileños agregando como socios a personas naturales extranjeras”. La idea era que “entraran” Burdiles y Abarzúa para luego incluir a Apaltagua Chile. Esta es una técnica común que se realiza en Brasil para evitar papeleo excesivo, ya que las personas jurídicas requieren más documentos para realizar este tipo de trámites.

Además, esta era la fórmula favorita de Tutunjian, quien quería evitar aparecer en negocios en Brasil, producto de su proceso judicial en Estados Unidos. La idea del empresario era que, una vez “amainadas las aguas de su problema legal en EEUU, traspasar su propiedad a cualquiera de sus sociedades del Grupo Apaltagua”, se lee en la denuncia de Abarzúa.

Todo este proceso se concretó, de acuerdo al exgerente general, en constante contacto telefónico con el dueño, ya que prácticamente no ocupa correo electrónico.

El 21 de junio de 2017 se compraron los derechos sociales de una sociedad brasileña que luego bautizaron como Apaltagua Brasil Distribuidora de Vinos y Alimentos Ltda. Entraron como socios, con el 50% de participación cada uno, Burdiles y Abarzúa.

Una vez constituida la filial brasileña se obtuvieron buenas rentabilidades y altos niveles de ventas. Pero meses después, la compañía carioca comenzó a tener problemas económicos por -según consta en una demanda de Luis Burdiles en contra de Armenia Export Limitada- descoordinaciones con el equipo chileno y constantes quiebres de stock. “Las deudas se fueron acumulando y Apaltagua Brasil quedó en una situación financiera muy desmejorada”, estipuló el exgerente comercial en una denuncia donde acusó despido injustificado y afectación a su honra.

Otra versión que recorre la industria es que, producto del proceso judicial en Estados Unidos, los activos de Edward Tutunjian quedaron congelados. Esto impidió que el empresario financiara la operación de la viña, la cual -por ese tiempo- estaba materializando una serie de inversiones, como plantaciones y apertura de mercados. Otro factor que profundizó la crisis, comentan fuentes de la industria, es que al controlador de la matriz no le “gustaba trabajar con bancos”, sino que prefería financiar la operación con los ingresos de su compañía de taxis.

“Entramos en una crisis financiera porque no habían recursos para sustentar las grandes inversiones. Hubo una crisis productiva que nos llevó a experimentar desajustes en el abastecimiento de vino”, declaró Rodrigo Abarzúa en el juicio de Luis Burdiles. “La compañía no tenía los suficientes recursos para

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